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domingo, 2 de enero de 2011

Cromagnón; Adicciones, inestabilidad e inseguridad: La negligencia que mata.

Cromagnón; Adicciones, inestabilidad e inseguridad: La negligencia que mata.

En esta fecha se conmemora una de las tragedias con mayor impacto social de la historia de nuestro país, el incendio ocurrido en el boliche “La República de Cromagnón”, que arrasó con 198 vidas, la mayoría adolescentes.
Lo más doloroso, mas allá de lo que se pudo haber evitado, es que reveló una cadena de irresponsabilidades y negligencias tanto de funcionarios, como de empresarios, además de la ciudadanía en general. Algo similar, pero en mayor escala, sucede con la cantidad de muertes que se registran como consecuencias del consumo de drogas y alcohol, de forma directa e indirecta, afectando tanto al consumidor como a aquel que termina siendo víctima de las consecuencias de sus actos durante sus estados de intoxicación.
Hubo un antes y un después en los hábitos de cuidado de todo el arco social luego de esa tragedia que lamentamos. Lo que en un principio aparecía desapercibido en el campo visual, como ejemplo: “los matafuegos”, “los planes de evacuación”, “las salidas de emergencias”, etc., pasaron a ser objetos esenciales que forman parte de una escenografía vital, para la posible habilitación de los espacios públicos.
No obstante, a pesar de la sensibilidad que se adquirió en esa tragedia, sólo queda reducida al ámbito edilicio e inmobiliario, en desmedro de los cuidados de la propia vida humana, donde pareciera que aún no se registra que el problema de las toxicomanías ocupa un lugar destacado en nuestro país.
En nuestra sociedad resulta casi “natural” encontrar a jóvenes en las veredas alcoholizándose o drogándose, e incluso hasta se convive con individuos que comercian este tipo de sustancias sin que se adopte algún tipo de alarma. Por supuesto que el consumo de drogas afecta a quién lo padece, pero a la vez pareciera que se tolera cada vez más por el entorno, sin registrar que los efectos de ese consumo repercuten en nuestra calidad vida, e incide directa e indirectamente en la seguridad social.
A lo largo de la última década, el problema de las drogodependencias, pareciera que sólo se atiende de forma particular, orientando su mirada sólo al sujeto adicto y a su núcleo familiar, descuidando las dimensiones sociales que presenta, ya que afecta también a los otros que no tienen relación directa con el consumo.


Drogadependencia, desde el ninguneo hasta la falta de definición.


Una de las principales dificultades para abordar socialmente esta problemática, consiste primero en poder definirla: Para muchos especialistas cuando hablan de adicción al consumo de drogas, la definen como una deficiencia personal e individual e insisten en tratar al mismo como “enfermos”, para otros ni si quiera se trata de una enfermedad, sino de la “elección” que hizo el propio sujeto para fines recreativos, otros con una visión antropológica la consideran como una “epidemia” por sus secuelas sociales y culturales y para otros que intentan ir mas allá, hasta la consideran como una pandemia por ser consecuencia de una transculturación de la actividad imparable y sofisticada de los narcotraficantes que desde sus países de origen se instalan en el nuestro gozando de la complicidad de diversos (y populares) actores sociales locales.
En conclusión, si uno se detiene y observa las diversas miradas de esta compleja situación, se encuentra que confluyen en el sujeto tanto condicionamientos individuales como sociales y políticos. Estos condicionamientos son los factores relacionados con su propia herencia, con su propia historia, incluyen también las presiones de sus pares, la publicidad en los medios masivos de televisión y últimamente pareciera sumarse el auspicio estatal de un posible “derecho” de “elegir” el drogarse. Cuando en realidad no se está garantizando un derecho sino que la sociedad está dejando de cumplir con el cuidado de sus habitantes.


En este contexto, se hace difícil definir al consumidor de drogas, en la que no tiene del todo claro los límites entre las perturbaciones propias de una enfermedad o las de un contexto social facilitador que promueve su consumo. Desarrollándose en un contexto facilitador en el que la droga se le oferta desde la escuela, en los boliches, en el barrio, en las letras musicales, en la TV. Estando preso por un lado ¿se puede definir a la drogodependencia como una enfermedad como un estado de derecho?

Drogadependecia; desde la desestabilización individual a la inseguridad social


Ante tantas abstracciones teorizantes posibles hay un hecho concreto certero; el sujeto afectado en su vivir por el consumo de drogas, pero tanta precisión al considerar esta circunstancia como unidad resulta en definitiva en una aseveración insuficiente porque no estamos incluyendo al entorno ineludible en todo fenómeno humano, quien se enferma se enferma en sociedad, la sociedad condiciona, tolera, facilita y todas las otras consideraciones que queramos hacer y que valdrá hacer a la hora de diagnosticar el problema en su real dimensión para un tratamiento adecuado. Insisto aunque podamos hablar de un enfermo, nada significa ello a la hora de operar si no consideramos las circunstancias ya que sobre ellas importa operar para asegurar la acción sobre individuo en cuestión pero además y teniendo esto mayor dimensión si queremos prevenir la nueva aparición de casos es el entorno el que debe ser tomado como objeto de atención.
En las últimas estadísticas se registraron 7 (siete) muertes diarias detrás del consumo de drogas y alcohol. Tasa de mortalidad, que incluye tanto a las muertes producida por el riesgo que generaba el propio consumo como aquellas fueron generadas por los consumidores.
En esta tasa de mortandad, no se distinguen las víctimas afectadas por el hábito el consumo, las víctimas que padecen las consecuencias de los consumidores de drogas y los victimarios que promueven contextos para que esta situación se favorezca esta inestabilidad
Con relación a las muertes ocasionadas directamente por el consumo: entre las más destacadas cabe mencionarse el contagio de HIV, suicidios, paros cardio-respiratorios, tuberculosis, enfermedad infecta contagiosa, entre otras. Entre las muertes más frecuentes ocasionadas por el estado de toxicidad de los consumidores de drogas y alcohol, cabe mencionarse de forma indirecta a partir de las siguientes causas; los accidentes de tránsito, los accidentes laborales, los episodios de violencia doméstica, de violencia callejera, los robos, entre otros.
En conclusión, si se observan variables que hacen a la inseguridad social, en lo referido a todos aquellas áreas vinculadas a las situaciones de riesgo de muerte, en lo que respecta a los delitos, los robos, los accidentes automovilísticos, las enfermedades infecto contagiosas, notamos que el consumo de drogas y alcohol es un común denominador que afecta a la población en general sin distinguir de aquel que las consume del que no.

Entre la Negligencia, la Complicidad y la Mortandad; se supera Un Cromagnón mensual

Cuando hay muertes repentinas se nos sobrecoge el corazón pero si día a día mueren individuos, ninguna víscera se nos conmueve, sin embargo el número final de estas muertes consideradas mensualmente, no habría corazón que las resista.
Ejemplificando esto: en razón de siete muertes por día, al mes lamentamos alrededor de 210, esto supera en número a la tragedia de Cromagnón. Incluimos tanto a los consumidores de drogas y alcohol como a los que nunca nada tuvieron que ver con este hábito, estamos potencialmente nosotros, nuestros hijos, nuestros seres queridos… ¡Estamos todos!
En perspectiva, si una tragedia que portó el sesgo de negligencia de la que lamentamos 198 muertes, socialmente se pudo gestar un cambio cultural en la habitabilidad de los espacios públicos, ¿Cuántos deberían producirse ante una tragedia que supera a la de Cromagnón; MENSUALMENTE?

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